La ciudad de las damas, escrita por Christine de Pizan en 1405, es una obra que va más allá de las páginas de la historia literaria; es una declaración de resistencia, un grito valiente en un tiempo donde las voces de las mujeres eran apagadas y sus sueños limitados por prejuicios y restricciones sociales. A través de su poderosa narrativa, Pizan construye una ciudad simbólica, un lugar donde las mujeres son reconocidas por su inteligencia, fortaleza y contribución al mundo. Esta ciudad no es solo un refugio literario, sino un faro de esperanza que resuena con fuerza hasta el presente, inspirando a millones de mujeres a seguir luchando por su lugar en un mundo que, a menudo, ha intentado silenciarlas.

La ciudad de las damas, escrita por Christine de Pizan en 1405, es una obra que va más allá de las páginas de la historia literaria.
El 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, no solo es un recordatorio de la lucha por la igualdad de derechos, sino también de las victorias que, poco a poco, hemos alcanzado. Sin embargo, es una fecha que también nos invita a reflexionar sobre los retos que siguen existiendo. La ciudad de las damas nos recuerda que la lucha de las mujeres no comenzó ayer, ni la venceremos de manera inmediata. Desde tiempos remotos, mujeres como Christine de Pizan han desafiado las normas de sus sociedades, abogando por un mundo en el que las mujeres puedan ser libres, respetadas y escuchadas. En sus palabras y su visión, se encuentra la semilla de un movimiento que aún sigue floreciendo hoy.

El 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, no solo es un recordatorio de la lucha por la igualdad de derechos, sino también de las victorias..
Pizan no solo construye una ciudad, sino que dibuja un espacio en el que la mujer no es vista como un ser inferior, sino como un pilar fundamental de la sociedad. Al evocar figuras históricas y míticas como Juana de Arco, que desafió las expectativas de su tiempo, Pizan da un paso más allá: crea una arquitectura literaria en la que las mujeres tienen la oportunidad de brillar, de ser intelectuales, guerreras, pensadoras, poetas, científicas, politicas -ser-. En sus páginas, las mujeres son los agentes de su propio destino, no simples espectadoras. Esta visión desafía la narrativa histórica tradicional, donde a menudo las mujeres han sido excluidas de los relatos de poder y conquista.
En pleno siglo XXI, las mujeres seguimos luchando por los mismos principios: la igualdad de oportunidades, el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos y nuestras vidas, y el acceso a una educación que nos permita romper las cadenas. En muchos lugares del mundo, las mujeres aún enfrentan una realidad donde los derechos básicos se les niegan o se les conceden solo parcialmente. Las mujeres siguen enfrentando violencia, discriminación, racismo y barreras invisibles que las mantienen fuera de los espacios. Sin embargo, como La ciudad de las damas muestra, el camino hacia la igualdad no es una línea recta, sino un viaje lleno de retos, pero también de esperanza y cambio.
El 8 de marzo, recordamos que los logros obtenidos son el resultado de años de lucha incansable, de voces que, como la de Christine de Pizan, se alzaron en su tiempo para cuestionar lo establecido. Pero también nos enfrenta a la realidad de que aún falta mucho por hacer. Las mujeres del mundo continúan movilizándose, alzando sus voces en protestas, en redes sociales, en colectivas, en territorio poniendo sus cuerpos, en todos los rincones del planeta. La lucha de ayer es la misma de hoy: un grito por la justicia, la igualdad, la libertad.
La ciudad de las damas no es solo un símbolo del pasado, es un recordatorio vivo de que cada mujer, desde su posición y sus circunstancias, tiene el poder de construir su propia ciudad, su propio espacio donde puede ser libre, donde puede ser ella misma sin temor a ser juzgada o limitada. Cada una de nosotras, al alzar nuestra voz, al exigir nuestros derechos, al ocupar espacios que alguna vez nos fueron negados, estamos edificando esa ciudad que Christine imaginó, pero que aún necesita ser construida, piedra a piedra, por cada mujer valiente que persiste y resiste.

Pizan no solo construye una ciudad, sino que dibuja un espacio en el que la mujer no es vista como un ser inferior, sino como un pilar fundamental de la sociedad…
El 8 de marzo es un día para reconocer que, aunque el camino hacia la igualdad está lleno de obstáculos, también está lleno de lucha, de fortaleza, de valentía y de esperanza. Al igual que las mujeres que Christine de Pizan imaginó en su ciudad, las mujeres de hoy seguimos rompiendo las barreras que nos separan de la igualdad plena, y seguiremos construyendo ese mundo justo que merecemos. La ciudad de las damas no está limitada por las páginas de un libro, sino que vive en cada mujer que, a través de su vida y su lucha, sigue exigiendo ser vista, escuchada y respetada.