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La cacería de brujas y el miedo de portarse mal

La persecución de brujas viene de una etapa anterior cuando los perseguidos eran las minorías de esa época…

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“¡Ea! Pues, señora, abogada nuestra” es una frase de la Salve Regina que me viene a la mente cada que pienso en las Evas que vamos caminando por el mundo sin ninguna aspiración de ser Marías en la historia. Y a propósito de las fechas, las Evas perseguidas en la cacería de brujas pone esta idea vigente.

Los debates que tenían y tienen lugar en los movimientos feministas se cuestionan la diferencia de la posición de las mujeres en las sociedades capitalistas con relación a los hombres y con ello el origen de la discriminación por motivo de género. Muchas grandes feministas han hecho estudios históricos y sociales para comprender su nacimiento y si la discriminación tiene que ver con usos y costumbres, si surge del patriarcado como legado social o más bien como una construcción del sistema capitalista. Antes de la colonización, la división de trabajo entre hombres y mujeres en algunas sociedades no se regía por la jerarquía o género.

Fue en la baja Edad Media cuando surge la necesidad de tener mano de obra y además, usaron a la iglesia que gobernaba en conjunto con las monarquías como medio de control de la población, ya que se encontraron con comunidades con ideas completamente ajenas al pensamiento cristiano. Uno de los métodos usados para este control fue la cacería de brujas.

La cacería de brujas y el miedo de portarse mal | La CDMX

“A ti llamamos los desterrados hijos de Eva”

La persecución de brujas no nace así como así, viene de una etapa anterior cuando los perseguidos eran las minorías de esa época: los vagabundos, mendigos, gitanos, pobres. En el siglo XVI, la acusación de adoración al Diablo se convirtió en un estandarte de la política y la religión. Fue a través del tratado Malleus Malleficarum (1486) y su validez con la bula papal “Summis desiderantes affectibus”, que se dio poder a los monjes dominicos para iniciar con la cacería de brujas en Europa, que alcanzó su punto máximo entre 1550 y 1650.

El crimen de brujería consistía, según los inquisidores, en la práctica de magia y el uso de poderes sobrenaturales otorgados a las mujeres por el diablo para dañar a la comunidad y específicamente hacer infértiles a los hombres (sic).

Los herejes se convirtieron en brujas y la persecución por crímenes reproductivos se agudizó a partir de censos en donde se reflejaba la baja considerable de la población. Se retiró a las parteras de su labor obstétrica, donde fueron colocados los hombres y el Estado; las mujeres que practicaban libremente su sexualidad, las prostitutas y las mujeres adulteras, fueron acusadas de brujería y además la amistad entre mujeres fue prohibida y demonizada.

“Fruto de tu vientre, o clemente, o piadosa”

Las altas tasas de mortalidad infantil en esa época, hoy se explican debido al crecimiento de la pobreza y desnutrición, pero en ese momento, fueron motivo de persecución, ya que se señalaban como crímenes reproductivos e infanticidio relacionados directamente a las brujas. A esas mujeres las acusaban de evitar la concepción a través de pósimas ancestrales y hechizos.

Lo que comenzó con la caza de mujeres ancianas y pobres que no servían para fines reproductivos, pronto se convirtió en histeria colectiva, acusaciones entre familiares, amigas y vecinas, sumisión y control. Las ejecuciones en las plazas públicas eran un ejemplo para todas aquellas que se atrevieran a desafiar.

Tras el pecado de Lucifer, el pecado de las brujas sobrepasó a todos los demás…” rezaban los cazadores de brujas mientras interrogaban, rasuraban, torturaban, violaban y mataban a miles de mujeres. Los feminicidios más documentados y olvidados por la historia. Tanto miedo le tenían al Diablo, que se convirtieron en él.

La cacería de brujas y el miedo de portarse mal | La CDMX

“Y, después de este destierro, muéstranos a Jesús”

Si bien en América la caza de brujas no fue un fenómeno masivo como lo fue en Europa, las mujeres del llamado Nuevo Mundo no fueron ajenas a las acusaciones de brujería de los tribunales inquisidores que se llevaron a cabo en Cartagena de Indias, Lima y México. Cuando los españoles llegaron, ya existían costumbres ancestrales en referencia a las tradiciones herbolarias y modo de vida ligada a su forma de interpretar la religiosidad y medicina y terminó mezclándose con las supersticiones españolas y además sumadas a las tradiciones de los afros esclavizados provenientes de África.

“Irónicamente, los conceptos europeos de Satanás y los supuestos poderes de las brujas comenzaron a injertarse en la cosmovisión de los pueblos indígenas”, reveló la especialista Irene Silverblatt.

Las transgresiones generacionales en contra de las mujeres, el dominio, la precarización, la racialización, la segregación, la esclavitud, la división de clases y las constantes guerras con la finalidad de civilizar al nuevo mundo, tuvieron un profundo impacto social en el papel reproductivo y social de las mujeres.

“¡Oh clementísima, oh piadosa, oh siempre dulce Virgen María!”

Comprender el impacto psicológico, emocional, social, económico y político de esta persecución, como lo escribió Anne L. Barstow en Witchcase (1994), es revisarlo desde la perspectiva de las mujeres que lo vivieron. El miedo de portarse mal, a ser perseguidas, acusadas y asesinadas, la necesidad de supervivencia y el alinearse a las normas políticas y sociales establecidas sin chistar, fue la consecuencia. La construcción de la personalidad femenina desde una perspectiva femenina fue destruida; comenzó siendo controlada por la religión y terminó controlada por el Estado.

Para Silvia Federici, la caza de brujas fue un capítulo olvidado (o silenciado), pero indispensable para la acumulación y el desarrollo del sistema capitalista, incluida la división sexual del trabajo.

Históricamente, las brujas fueron y son vistas como mujeres transgresoras, diferentes, temidas. El no poder explicar, disciplinar, subyugar, el entender un cuerpo femenino sin serlo, negar la existencia de lo diferente, dominar la “provocación”, fue parte fundamental de los ataques que se dieron desde la más grande ignorancia, ignorancia que continuó a través de siglos e incluso continúa en algunas partes del mundo.

Recordar este episodio histórico, es visibilizar la radicalidad religiosa y del Estado en contra de todas aquellas mujeres asesinadas por la cacería de brujas, es darle voz, esa voz que ha sido callada por siglos.

Elvira Janett Lucio Duana es feminista en deconstrucción, mamá, intraemprendedora, miembra de Aúna, consultora en innovación social y en proyectos de emprendimiento, y editora de La Biblioteca Estelar. Estudió Relaciones Internacionales y tiene una maestría en Administración Pública. Fue miembra de la Asociación Mexicana de Medios de Comunicación, asesora del COMCE Estado de México, asesora de asuntos multilaterales en la Coordinación de Asesores de la SECTUR Federal y colaboró con Jorge Castañeda Gutman.

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Debates, discursos y realidades

Valdría la pena, por lo menos en nuestro país, hacer un ejercicio de consciencia en donde las y los autoproclamados ganadores de debates, presentes y futuros, hablaran menos y escucharan más.

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Uno de los referentes entre las juventudes estadounidenses en las elecciones del 2016 fue Bernie Sanders. Su visión socialdemócrata antiestablishment atrajo a nuevos votantes, fortaleció sus bases y acerco a miles de entusiastas alrededor de su campaña y sus propuestas, y quien, pese a no obtener la nominación, se convirtió en un fenómeno político estudiado a la larga e incluso replicado.

Este fenómeno fue el principio marcado de un sentimiento que ha crecido a lo largo de los años alrededor del globo, ya no solo con las juventudes, sino con el grueso de los votantes (que si votan, hay que decir) y ha colocado en la presidencia a personajes completamente controversiales como Bukele en El Salvador o recientemente a Milei en Argentina, llevando a los países a extremas contrarias.

Este fenómeno lo hemos visto repitiéndose en ciclos en donde las personalidades más sagaces traen las “propuestas políticas” más innovadoras en un momento de cansancio social, dan un respiro o un golpe de timón a lo que parece ya marcado en el libreto del quehacer político: mismas propuestas con diferentes nombres, ataques feroces de errores y señalizaciones por corrupción y una innumerable cantidad de deseos como carta de Santa Claus, irrealizables nada más por el solo hecho de que son estructuralmente imposibles o porque son totalmente inútiles.

Este fenómeno no surge de un momento político, sino de una enorme falta de oído. Los políticos de siempre parecen saber de cierto que necesitan sus electores sin siquiera escucharles o ya de perdida, mostrar un poco ya no de empatía, de simpatía y seriedad.

La construcción democrática, esa que avizoramos a largo plazo como un cambio transfornacional, va mucho más allá de fenómenos y promesas momentáneas. Estamos avanzando a un momento político transicional en el que las agendas tienen que ser robustas, realistas, claras y con rumbo, ajustadas a estas nuevas realidades locales, nacionales e internacionales. Ajustadas a los problemas y necesidades actuales y los que son inminentes en un futuro (no es una caja de pandora, menos una china).

El secreto oculto sin embargo está en que estas buenas propuestas y agendas, que existen, no necesariamente son traducidas de manera eficaz, ya sea por la efervescencia política casi agotadora a la que estamos sometidos todos los días, ya sea porque hay que ganar la elección. Entonces, ¿cómo podrán las y los candidatos entender las necesidades para que las personas emitan un voto pensado en propuestas?, ¿les conviene?

Valdría la pena, por lo menos en nuestro país, hacer un ejercicio de consciencia en donde las y los autoproclamados ganadores de debates, presentes y futuros, hablaran menos y escucharan más. Y que en esos futuros debates, fueran justamente esas agendas, esas propuestas y esos proyectos, tan necesarios, los ganadores.

 

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La violencia política de género: el mayor obstáculo de las mujeres en el poder

Hay muchas batallas que se han librado para que hoy tengamos estos espacios de poder y hay que seguir luchando para poder ejercerlo con libertad.

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En los primeros días de junio de 2024, la Consejera Presidenta del INE, Guadalupe Taddei, y la Magistrada Presidenta del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, Mónica Soto Fregoso, habrán calificado la elección y le entregarán la constancia de mayoría a otra mujer que será la presidenta de la República a partir de octubre.

Setenta años después de que se otorgara a las mujeres el derecho a votar y ser votadas, y tan solo seis años después del gran paso en la igualdad que fue la ley Paridad en Todo, tendremos una foto cargada de simbolismo donde, por primera vez, las mujeres no serán la minoría que se coló en el poder.

Sin embargo, no estamos aquí solo por la foto. Hay muchas batallas que se han librado para que hoy tengamos estos espacios de poder y hay que seguir luchando para poder ejercerlo con libertad. Existe mucho ruido alrededor de la violencia política en razón de género, pero los árbitros electorales han tenido pocos “dientes” para sancionarla.  Aunque existe un registro de personas sancionadas por este tipo de violencia en el cual hay 335 nombres, fuera de la exposición pública, falta mucho para dar justicia a las víctimas.

Por otro lado, ha habido casos como el de la periodista y académica Denise Dresser, quien fue acusada por la diputada Andrea Chávez de violencia política. Aunque el Tribunal revocó la multa y la sanción de Dresser argumentando que ejercía su libertad de expresión, queda la duda sobre qué es y qué no es un acto de violencia. Hay críticas hacia las candidatas, no solo las presidenciales, sino en todos los puestos de elección popular, que dejan a un lado las propuestas y visión de país y se enfocan en la violencia simbólica y estética. Una sociedad que normaliza esta violencia (viniendo de hombres o de mujeres) difícilmente podrá observarla y menos, sancionarla. Esto, al final, no le beneficia en nada a la democracia.

Debemos tener tolerancia cero a la violencia, venga de quien venga, y no permitir el acceso al poder de personas violentadoras. En diciembre de 2023, el INE aprobó la Ley 8 de 8 contra la violencia, que expande la 3 de 3 y que podrá retirar candidaturas a las personas que incurran en cualquiera de estos ocho supuestos de violencia:

  1. ⁠Comisión intencional de delitos contra la vida y la integridad corporal;

2.⁠ ⁠Contra la libertad y seguridad sexuales;

3.⁠ ⁠Cuando afecte el normal desarrollo psicosexual;

4.⁠ ⁠Violencia familiar;

5.⁠ ⁠Violencia doméstica;

6.⁠ ⁠Violación a la intimidad sexual;

7.⁠ ⁠Violencia política, y

8.⁠ ⁠Ser declarada como persona deudora alimentaria morosa.

Avanzar en la sanción efectiva a la violencia también es una tarea pendiente. Las mujeres no vamos a dar un paso atrás y no vamos a acostumbrarnos a la violencia. Por ello, el TEPJF adelantó que ya está trabajando en la creación de una Defensoría para las Mujeres para juzgar y calificar las elecciones con perspectiva de género y coadyuvar a erradicar esta violencia que es su mayor obstáculo para el acceso y el ejercicio del poder.

La violencia, como lo vimos en la marcha del 8 de marzo, nos sigue atravesando a todas las mujeres sin importar el origen, preferencia política, orientación sexual o etnicidad. Nuestra lucha es erradicarla en todos los ámbitos, incluyendo, evidentemente, el de la política.

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8M y las cifras

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A propósito de la conmemoración del 8 de marzo, Día de la Mujer, y de acuerdo con datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad, en lo que va del sexenio se han registrado un total de 18 674 mujeres víctimas de muertes violentas; 13 853 muertes fueron catalogadas como homicidios dolosos y 4688 como feminicidio (4821 presuntas víctimas de feminicidio).

Los estados con mayor reporte de violencia son el Estado de México, Chihuahua y la Ciudad de México. Según sus datos, la Ciudad de México es la entidad donde más se llama a equipos de emergencia relacionados con violencia contra las mujeres a pesar de no tener ninguna Alerta de Violencia de Género, a diferencia del Estado de México que cuenta con 11 Alertas desde 2015 y 7 con doble alerta desde 2019, con 4333 llamadas.

A nivel nacional se reportan, a enero de 2024, 24 238 llamadas relacionadas por violencia contra las mujeres, 482 llamadas relacionadas con incidentes de abuso sexual; 1454 por violación, 19 387 de violencia de pareja y 44 183 por violencia familiar.

Conforme a los hallazgos de la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH) 2021, realizada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, de los 48.6 millones de mujeres de 15 años y más que residen en el país, se estima que 34.1 millones (70.1%) han experimentado a lo largo de la vida, al menos una situación de violencia física, psicológica, física, sexual, económica, patrimonial y discriminación en los espacios escolar, laboral, comunitario, familiar o en su relación de pareja.

Estos hallazgos históricos demuestran varios fenómenos, uno de ellos es que aún existe muchísimo trabajo institucional e integral por hacer para acompañar a las mujeres víctimas de delitos en su contra y que si bien, las leyes han ido alcanzado los diferentes tipos de violencia que enfrentamos y han dotado de herramientas jurídicas a las mujeres, deben de ir acompañados de otros procesos.

En materia de prevención este esfuerzo es importantísimo en términos de habilitar más esfuerzos de comunicación y familiarización para que las mujeres sepan con qué herramientas cuentan. En el caso de la Ciudad de México, Las Lunas son unidades territoriales de atención y prevención de la violencia de género de la Secretaría de las Mujeres, son espacios informativos y de canalización muy eficientes; sin embargo, son poco conocidos. Así mismo la línea violeta y la línea SOS mujeres (*765) o los puntos violetas, necesitan mayor difusión.

Además de ello, sigue existiendo una deuda en materia de abordaje institucional, ya que la perspectiva de género ––como lo vimos hace una semana con la sentencia dictada por el juez en el caso de la niña de 4 años–– se sigue dejando en el cajón del escritorio, donde aún pesa mucho más la revictimización; esa revictimización hace que miles de mujeres víctimas de violencia en su contra no denuncien, esa revictimización que urge a las instituciones capacitación y un presupuesto transversal.

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