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¡Padrino, padrino, padrino…!

Ante las acusaciones contra Emilio Lozoya, en el PRI todos permanecen callados; olvidan que el silencio también es una forma de comunicar.

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El filósofo francés, Michel Foucault, dedicó parte de su obra al análisis del poder y cómo éste se ejerce; decía que el poder designa relaciones entre sujetos que conforman una asociación o grupo y para ejercerlo se emplean técnicas de amaestramiento, procedimientos de dominación y sistemas para obtener la obediencia. Por ejemplo, en un partido político, la estructura del edificio, los roles de cada una de las personas que convergen ahí, pasando por las actividades realizadas forman parte del mismo objetivo.

Y pareciera que esta descripción de Foucault refiere quizá lo que hace unos años ocurría en México con el partido en el poder, el Partido Revolucionario Institucional. Me acuerdo, no me acuerdo, qué año era aquel… la reforma energética se presumía como un gran logro del gobierno y ya se había publicado también la legislación secundaria. Parecía que el revolucionario institucional se fortalecía y con él la decisión de su presidente César Camacho Quiroz para formar cuadros jóvenes en el partido.

Para 2014 el Instituto de Capacitación y Desarrollo Político. A.C. (I.C.A.D.E.P.) del PRI ya había lanzado la convocatoria para la segunda generación de lo que llamaron la Escuela Nacional de Cuadros; según palabras de su presidente, Guillermo Deloya Cobián, se trataba de “el semillero de políticos y uno de los corazones más palpitantes que tiene el priismo en la actualidad y que habrá de operar las reformas promovidas por Enrique Peña Nieto”.

Emilio Lozoya | La CDMX

Así es como llegamos a una escena que ojalá el PRI recuerde. Era el 21 de febrero de 2015, última sesión presencial de esta generación; el Auditorio Plutarco Elías Calles del Comité Ejecutivo Nacional del PRI se cubría con grandes pendones donde podía leerse la frase “Segunda Generación Escuela Nacional de Cuadros”, “Juntos estamos transformando a México”, acompañado de #FormandoCuadros y el logo del partido. Todos los alumnos abarrotaban el lugar, uniformados con un saco azul marino que portaba el logo de la Escuela de Cuadros.

Todo estaba listo para la ceremonia protocolaria y el presentador anunciaba la entrada de los integrantes del podio: “recibimos al invitado especial en esta sesión presencial, el Mtro. Emilio Lozoya Austin, director general de PEMEX”. Los aplausos inundaron el lugar. Lo acompañaban en el podio el presidente del partido, César Camacho Quiroz, la secretaria general, Ivonne Ortega y Guillermo Deloya, presidente del I.C.A.D.EP.

Las fotografías no se hacían esperar, transmisiones en vivo, selfies y una gran cobertura en redes sociales mencionando que en el evento estaba el director de PEMEX…

Durante su intervención, Camacho Quiroz expresaba:

“Qué mejor manera de cerrar este ciclo de la Escuela de Cuadros que teniendo a uno de los pilares de la política económica y la política energética del gobierno… por eso el PRI se siente muy satisfecho, muy orgulloso y muy esperanzado por tener aquí a Emilio Lozoya, tiene principios y valores heredados de una familia…. Emilio además es un hombre cotidiano como ustedes y como yo, sí con lauros académicos en abundancia, pero es por sobre todo un hombre sensible, una persona llana y un ser humano que ha acreditado que no sólo es un hombre de la academia, un hombre el servicio público, es por encima de todo es un hombre de bien.”

Así se le presentaba ante una generación de jóvenes priistas que probablemente soñaban con un día estar en los más altos escalafones del poder y que en esa última sesión presencial tendrían la oportunidad de escuchar a Lozoya.

Al grito de “padrino, padrino, padrino” Emilio llegó al podio para obsequiar unas palabras a estos jóvenes a quienes dijo, deberían sentirse orgullosos de pertenecer al PRI: “mi abuelo fue priista, mi padre fue priista, yo soy un orgullosísimo priista y aquí tengo un hijo de 8 años que no sólo nació priista y que traje para que estuviera con ustedes…, concluyó el padrino de la generación.

A seis años de esta escena épica donde Emilio Lozoya era el orgullo del ejercicio del poder en el Revolucionario Institucional, hoy el contraste es devastador, o debería serlo para quienes lo presentaron aquella mañana frente a sus nuevos cuadros. Después de que se diera a conocer que el ex funcionario de la petrolera está implicado en la red de corrupción de la constructora brasileña Odebrecht y el miércoles pasado un juez federal le dictara prisión preventiva justificada a petición de los fiscales, solo ha reinado el silencio en el PRI.

Segunda generación de cuadros del PRI.

¿Será que los jóvenes priistas de aquella segunda generación de la Escuela Nacional de Cuadros aún ven en él un ejemplo a seguir? ¿Acaso los expresidentes del partido y del extinto I.C.A.D.E.P. han cambiado su opinión respecto del exfuncionario? Seguramente el discurso ahora es otro pues tal como lo refiere Foucault, en los discursos actúa el poder, una forma de dominio del hombre sobre el hombre, pues verdad, saber y poder están relacionados. 

Alguna vez existió un hombre con tanto poder que todos enaltecían, de quien su partido político se sentía más que orgulloso, pero cuando ese poder se desintegró, por la sustitución de otro en el que ahora hay nuevos protagonistas, entonces el discurso también cambió, y con él las formas de pensar y actuar. En el PRI todos permanecen muy callados, pero se les olvida que el silencio también es una forma de comunicación.

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