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Vendedores de humo

Las empresas que se dedican al marketing político abundan en los últimos años, con la promesa de hacer virales a sus clientes.

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Las empresas que se dedican al marketing político abundan en los últimos años, con la promesa de hacer virales a sus clientes; de destruir a los enemigos y de agradar a los chavos que usan las redes sociales. En México explotaron estas “empresas” que por lo regular cobran en efectivo, donde los dueños o directores cobran cantidades exageradas de dinero, y en efecto, esos servicios cuestan, levantar una tendencia en twitter cuesta aproximadamente 300 000 pesos y hay políticos que lo hacen diario, ganar miles de seguidores cuesta millones, pero la farsa está en que la mayoría de esas cuentas o usuarios son falsos, entonces difícilmente existe un apoyo real en redes sociales a los políticos.

Desde palacio nacional y desde el gobierno de la CDMX, han desplegado operativos de autentico terrorismo digital, las agresiones en contra de los que están en desacuerdo con algo del presidente AMLO son atacados de inmediato; por ejemplo, si pones una reacción de me divierte en un discurso repetitivo, los bots van a tu perfil y comienzan a insultarte con la apariencia física, amenazan con golpear a los familiares que salen en tus perfiles, llueven todo tipo de ofensas, desde racismo, pasando por misoginia, clasismo y advertencias de que te van a encontrar en la calle y te vas a arrepentir. Algunas de estas estructuras se esconden en perfiles falsos con la misma línea y descripción, todas las cuentas siguen a Jesús Cuevas, jefe de comunicación social de la presidencia, siguen a medios afines del presidente y por supuesto a la jefa de gobierno.

Las principales victimas de estos terroristas digitales, son toda la oposición , pero no se conforman con eso, también coordinan ataques contra los propios correligionarios de morena, contra aquellos que no le caen del todo bien a Claudia Sheinbaum; por ejemplo, los ataques contra Ricardo Monreal son constantes inventándole una historia de traidor a pesar de ser el legislador que ha procurado aprobar las reformas enviadas por el ejecutivo. Otra victima constante es Marcelo Ebrard, a quien le achacan los errores de hace dos sexenios del gobierno de la ciudad, sin embargo el canciller tiene un arraigo natural en las redes que le ha permitido salir menos raspado de estos ataques. Los ataques constantes a estos dos fuertes candidatos a sustituir a AMLO en 2024 son constantes y bien coordinados.

Por otra parte, los de enfrente  no se quedan atrás, una coordinación basta de influencers han aprovechado las redes para someter a fuertes criticas al gobierno en turno, también con cuentas falsas creadas desde un bunker comandado por Javier Lozano y el llamado “tumbaburros”, ahí toda la línea es respaldar al ex presidente Felipe Calderón, apapachar a Lilly Tellez, donde de igual forma si contradices a la ex periodista sobre su forma de hacer política, vienen sus defensores a atacar con base a tu foto de perfil.

Estas practicas no se han quedado solo en las redes sociales, sino también en medios masivos, quienes seguramente son los precursores de estas formas, por ejemplo, a Cuauhtémoc Sánchez le montaron un ataque coordinado entre medios tradicionales como Reforma y Milenio, pero al mismo tiempo salta en redes sociales lo sucio se que se puede convertir un nombre solo por el capricho de alguien enojado, en este caso se actuó conforme a la ley. Sin embargo, son pocos los ciudadanos que se pueden defender en las redes sociales.

Otro atacado constantemente es el actor Tenoch Huerta, quien diariamente recibe amenazas, insultos y burlas por una lucha justa donde se pide respeto y equidad sin importar el color de piel.

Si bien las redes sociales han democratizado la información y abrieron el espacio para que todos puedan opinar de todo, también se transformó en un campo de batalla que si no se regula puede tener consecuencias graves para usuarios normales, ya ha habido casos de suicidios por ofensas y agresiones nacientes del mundo virtual.

Personalmente son fiel creyente de que la regulación es una opción para frenar una mal entendida libertad de expresión que mas bien es un terrorismo digital.

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