La opresión, la violencia a todos niveles, la desigualdad y el miedo son parte de una condición por la que millones de mujeres han protestado a lo largo de la historia.
En México, por ejemplo, no fue sino hasta julio de 1955 que las mujeres emitieron su voto por primera vez. La equidad en el mundo y en México comienza a construirse paulatinamente y han sido precisamente las mujeres quienes han dado paso a estas transformaciones.
Fue en 1955 que las mujeres emitieron el voto por primera vez.
Estos movimientos tan necesarios para las sociedades democráticas y humanitarias han producido una de las revoluciones sociales pacíficas más eficaces del sigo XX: el feminismo. El trabajo, la dedicación y la lucha de miles y miles de mujeres valientes que han cuestionado su papel en las sociedades modernas son los que han hecho posible que hoy las mujeres vivamos mejor.
En nuestro país, desde la década de los noventa, especialmente con los feminicidios de las muertas de Juárez, la indignación por el sacrificio de muchísimas mujeres inmersas en la pobreza creció y sacudió a toda la sociedad mexicana. La conciencia de la violencia de género desde entonces ha generado una enorme herida en el tejido social de nuestro país.
En México, una mujer puede salir de su casa y desaparecer; simplemente por el hecho de ser mujer. Por ello, y de la mano de la educación que hoy en día las mujeres tenemos derecho a recibir, los movimientos en México y el mundo caminan de la mano hacia un mejor porvenir. En los últimos años, en todo México, el 8 de marzo ha condensado la protesta de miles y miles de voces que reivindican nuestro papel en la sociedad y denuncian la violencia de género a la que toda mujer está expuesta.
El 8 de marzo ha condensado la protesta de miles y miles de voces que reivindican nuestro papel en la sociedad.
En ese contexto, hemos visto todo tipo de protestas pero existe un día reservado para que las mujeres expresen su condición y se pinten de morado junto con las jacarandas de Avenida Reforma, en la Ciudad de México, y en muchas otras capitales del país.
La marcha de la que fuimos testigos el pasado 8 de marzo de 2022 tuvo una afluencia de casi 80,000 personas, según El País. En ella, diferentes contingentes, identificados por los tres colores característicos de la marcha (morado, verde y negro), marcharon con alegría y rabia, acompañadas de diversas expresiones artísticas: las mujeres cantaron, pintaron murales en vallas con imágenes y nombres de las desaparecidas; avanzaron por las calles con coloridas pancartas cuyos mensajes de sororidad clamaban justicia; gritaron consignas que, en conjunto, construyeron un ambiente de resistencia, presencia y unidad, frente a las condiciones de violencia que vivimos.
La evolución en la expresión de esta terrible herida de las mujeres, también es palpable en el movimiento en su conjunto. Cada año ha habido, desde distintas trincheras y de formas diferentes, cada vez más eficientes y sofisticadas formas de exigir lo que nos corresponde como género. La marcha de este 8 de marzo fue una muestra de ello.
En México, las desapariciones, los feminicidios, las violaciones –por mencionar sólo algunos de los peores tipos de violencia de género– son inaceptables, pero también, hoy en día las mujeres luchamos por decidir sobre nuestra vida, nuestro papel en la sociedad, nuestras ocupaciones, afectos y salud sexual. Actualmente son parte de nuestro vocabulario y consignas, términos complejos, modernos y sofisticados, como “patriarcado”.
Todo esto nos habla de miles de mujeres que luchan porque la opresión social que se impone sobre el género no se herede a las generaciones siguientes. Que estas, las mujeres que hoy son niñas, estén llenas de fuerza y sean capaces de decidir sobre sí mismas, con herramientas que les den autonomía y una identidad libre y plena.
No se puede hablar del movimiento feminista que hoy está presente a nivel mundial, sin recordar por qué el 8 de marzo es precisamente la fecha de aniversario en la que conmemoramos al género femenino: el 8 de marzo de 1908, 129 mujeres murieron en el incendio de una fábrica textil en Nueva York, luego de que se declararan en huelga con permanencia en su lugar de trabajo.
El 8 de marzo es en realidad “El Día de la mujer trabajadora”, en conmemoración de aquellas mujeres asalariadas que exigían una paga igualitaria con sus compañeros hombres y protestaban por las malas condiciones laborales. Murieron precisamente por ello.
Actualmente, la lucha de miles y miles de mexicanas por los derechos de las mujeres, defienden también por ello a la democracia y al país en sí mismo. Esta lucha de las mujeres por un futuro mejor para todas, será siempre una causa que alentar, que escuchar y que apoyar.