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Trump y el trágico declive de la inclusión

Con Trump en el poder, retroceden derechos de mujeres y minorías. La lucha por la igualdad enfrenta nuevos desafíos globales.

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El pasado lunes, Donald Trump asumió la presidencia de Estados Unidos. Tanto él como varios republicanos y miembros de su gabinete se han manifestado abiertamente en contra de las políticas de igualdad, inclusión y diversidad en las empresas y el gobierno. Este grupo de personas, influyentes en las más altas esferas de poder, cuenta con el respaldo de una base conformada principalmente por hombres blancos y heterosexuales que se sienten amenazados en sus privilegios por lo que consideran el avance del movimiento “woke“.

El término “woke” tuvo su origen en los años 50 dentro del movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos, especialmente en las comunidades afroamericanas. Inicialmente, hacía referencia a la conciencia sobre la necesidad de estar vigilantes ante las injusticias legales y sociales. Entonces, al igual que ahora, ningún derecho estaba garantizado. Hoy en día, esto se refleja en la regresión de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres tras la revocación de Roe vs. Wade, el cierre de oficinas gubernamentales dedicadas a la igualdad de oportunidades para minorías étnicas y grupos de la diversidad, así como la revocación de la Suprema Corte de la política de acción afirmativa en universidades en 2023. Todo esto ocurre bajo la narrativa meritocrática de “Hacer a América grande de nuevo“.

Un sector considerable de la población ha desprestigiado la lucha por los derechos, utilizando el término woke de manera despectiva para criticar las posturas “políticamente correctas” y el activismo progresista.

Un sector considerable de la población ha desprestigiado la lucha por los derechos, utilizando el término “woke” de manera despectiva para criticar las posturas “políticamente correctas” y el activismo progresista. Este grupo, conformado en su mayoría por hombres blancos, heterosexuales, conservadores y privilegiados, aunque no exclusivamente, también incluye a un número significativo de latinos y afrodescendientes que votaron por Trump. Actualmente, este sector desafía el avance de los derechos de las mujeres y de grupos históricamente vulnerados, argumentando que ellos (los hombres blancos heterosexuales) están siendo excluidos de la narrativa social. Con Trump en el poder, este grupo se siente envalentonado por un líder que les da carta blanca para actuar de manera racista, misógina y discriminatoria.

Después de varios años en los que las empresas adoptaron la bandera de la inclusión, a veces más como una estrategia de pinkwashing o purplewashing que por verdadera convicción, muchas han comenzado a retroceder. Empresas tecnológicas como Meta, dirigida por Mark Zuckerberg, que durante años tuvo en su equipo directivo a una mujer notable como Sheryl Sandberg y que intentó reivindicar el escándalo de Cambridge Analytica mediante fact-checkers y controles en el contenido político, han dado pasos atrás en sus políticas, cediendo ante la presión del presidente. Aunque aún no han eliminado por completo sus políticas de inclusión, sí han reducido áreas y programas relacionados. De manera similar, los techbros que compartieron el estrado con Trump en su toma de protesta están haciendo lo imposible por reafirmar su imagen de machos alfa.

“los techbros que compartieron el estrado con Trump en su toma de protesta están haciendo lo imposible por reafirmar su imagen de machos alfa”

Con el ascenso de Trump y la tendencia de diversas multinacionales a eliminar sus áreas de inclusión e igualdad, muchas empresas en Estados Unidos, México y otras partes del mundo seguirán esta misma línea. Esto enciende las alarmas en el mundo, puesto que pone en riesgo los avances en derechos que tanto han costado conseguir y podría extender aún más los 131 años que, según cálculos de la ONU, tomará alcanzar la igualdad de género. Aunque las narrativas estridentes quieran forzarnos a creer que defender los derechos de las mujeres y las minorías no es un buen negocio, es lo correcto, y siempre habrá que reivindicarlos.

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