La semana pasada inició, en todo el país, uno de los programas más transformadores de esta nueva etapa de gobierno: Salud Casa por Casa. En los 32 estados, brigadas de salud y bienestar comenzaron a recorrer comunidades, colonias y hogares, llevando atención médica, orientación y apoyo directo a quienes más lo necesitan. No desde oficinas ni con discursos, sino desde el territorio, a ras de suelo, donde se construye la verdadera política pública.
Este programa no es cualquier iniciativa institucional: es una expresión concreta del humanismo mexicano, una política con rostro y corazón. Es salud como derecho, no como privilegio. Es Estado presente, caminando, preguntando, escuchando. Porque cuando el pueblo se vuelve prioridad, la transformación se nota en lo más cotidiano: en una visita médica, en un chequeo gratuito, en un medicamento entregado sin regateo.
Y como siempre, el ejemplo vino desde arriba. La presidenta, la doctora Claudia Sheinbaum, encabezó este fin de semana una jornada de supervisión en territorio. Acompañada de la Secretaria de Bienestar, caminó, tocó puertas y entró a los hogares de quienes hoy ya reciben este beneficio. No fue una gira para la foto, fue un acto de convicción: mostrarnos que gobernar es estar con el pueblo, no hablarle desde lejos.
Ese gesto es más que simbólico. En una época en que algunos aún sueñan con volver al modelo tecnocrático y distante, nuestra presidenta nos recuerda que gobernar es caminar; que las transformaciones verdaderas no se decretan, se construyen en colectivo, en comunidad, en el territorio. Esa es la esencia de la Cuarta Transformación, y esa es la pedagogía del ejemplo que sigue viva en Palacio Nacional.
La caminata de Claudia Sheinbaum entre casas humildes y calles de tierra es un mensaje claro: no hay retroceso. La continuidad de la 4T no es una repetición mecánica, es una profundización ética, territorial y estructural. Lo que inició el presidente López Obrador hoy se expande con más fuerza, más organización y más cercanía, porque el movimiento sigue siendo del pueblo y para el pueblo.
“Casa por casa” no es solo una metodología; es un principio político. Es la afirmación de que cada vida cuenta, de que ningún rincón del país está olvidado, y de que solo en el contacto directo florece la justicia social. Así lo demuestran cada día miles de servidores de la nación, enfermeras, enfermeros, médicas y médicos que, con bata, mochila o chaleco, recorren el país sembrando salud, confianza y dignidad.
A ellas y ellos, nuestro mayor reconocimiento. Son quienes encarnan esta nueva forma de gobernar: cercana, empática, profundamente humana. No solo llevan salud, llevan también esperanza, dignidad y justicia. Su trabajo nos recuerda que el servicio público no es una aspiración de escritorio, sino un compromiso con la vida concreta de las personas.
Hoy la Cuarta Transformación tiene rostro colectivo y corazón en el territorio. En cada hogar visitado, en cada diagnóstico oportuno, en cada medicamento entregado con respeto, se reafirma que este proyecto no pierde el rumbo. Al contrario: se fortalece. Porque la verdadera transformación está guiada por grandes sentimientos de amor. Amor al pueblo, a la vida digna, a la justicia que se construye caminando. Y por eso seguimos: puerta por puerta, corazón por corazón.