¿En qué momento los ciudadanos mexicanos empezamos a soñar con vivir en una democracia funcional?
La Revolución Mexicana de 1910 empezó por un clamor democrático, pero nos llevó a un régimen de partido prácticamente único, que llegó al extremo de tener una sola persona como candidato a la presidencia en 1976. Después de eso, empezamos a expresar el hartazgo de vivir bajo los mandatos priistas, pues durante varios sexenios usaron el poder para su propio beneficio. Fueron gobiernos muy corruptos y los ciudadanos decidimos no aguantar más.
Mural de la Revolución Mexicana por el pintor Diego Rivera
La oposición y la ciudadanía nos dimos cuenta del peligro de un sistema monopartidista y de los abusos inherentes del sistema presidencial, esta vez en manos de los priistas durante 70 años.
Me gustaría recordar que hay varios momentos históricos que son parte fundamental de nuestra transición democrática. En mi opinión, los más relevantes son:
La escisión priista de Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo y otros personajes, para formar el Frente Democrático Nacional y competir en las elecciones presidenciales de 1988.
La caída del sistema en las elecciones federales de 1988.
La primera gubernatura de oposición en 1989 con Ernesto Ruffo Appel.
La Reforma Electoral de 1997.
La pérdida de la mayoría priísta en las Cámaras en 1997.
El triunfo de Vicente Fox en el año 2000.
Cuauhtémoc Cárdenas, el hombre que institucionalizo a la izquierda
LVII Lesgislatura de México 1997. Senado
LVII Legislatura de México. Cámara de Diputados
Estos hechos detonaron la evolución del sistema político, donde los esfuerzos y triunfos de la oposición comenzaron a ganar terreno, y entonces empezamos a soñar y a hablar de temas esperanzadores como alternancia partidista, la transición y la consolidación democrática.
Entendimos y discutimos que para hacer frente a las distorsiones del presidencialismo y los abusos del poder, era necesario poner equilibrios.
Fue entonces, en la década de 1990, cuando la estructura constitucional se vio enriquecida con la aparición de diversos órganos autónomos, aunque no pertenecen a ninguno de los tres poderes tradicionales, tienen un papel crucial en el sistema de pesos y contrapesos del gobierno.
En mi opinión, es inaceptable extinguir los órganos constitucionales autónomos. Puedo entender que necesitamos mejorarlos y que es necesario ahorrar presupuesto, pero no subordinarlos al mandato del ejecutivo que tanto daño le ha hecho al país durante más de 100 años.
Desafortunadamente termina otro gobierno y la consolidación democrática quedó inconclusa, por decir lo menos. Estamos viviendo un retroceso de todo lo ganado durante décadas.
El gobierno de AMLO no aportó al crecimiento de nuestro sistema político.
¿Podrá la Dra. Sheinbaum y algún grupo de legisladores críticos e inteligentes contener la destrucción? Esperemos que sí.
Andrés Manuel López Obrador, Presidente de México y Dra. Claudia Sheinbaum Pardo, Presidenta Electa