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Para trabajar por la niñez, tenemos que darle visibilidad

La niñez en situación de calle es invisible. Exigimos visibilidad, derechos y una solución coordinada para romper ciclos de vulnerabilidad.

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Una de las agendas más descuidadas en el país es la agenda de la niñez. La política y los políticos ven poca rentabilidad política en su atención y, por eso, difícilmente las niñas, niños y adolescentes son objeto de grandes proyectos de legislación o política pública.

Niños en situación de calle.

Como presidenta de la Comisión de Atención a la Niñez en el Congreso de la Ciudad de México, uno de mis objetivos es precisamente mantener esta agenda de manera permanente en la discusión pública, ya sea legislando en temas que les garantizan derechos o presionando para que la legislación y la política pública tengan una perspectiva que les dé prioridad.

Desafortunadamente, un grupo de infancias que es prácticamente invisible son quienes viven en situación de calle. No tenemos ni siquiera claridad sobre la dimensión del problema. Las estimaciones de niños, niñas y adolescentes que viven en situación de calle van desde los 14 mil hasta los 5 millones, pasando por todas las cifras intermedias. Y es un problema porque esos niños, niñas y adolescentes no solo no tienen derecho a la educación, la salud o la vivienda, sino que muchas veces viven en círculos de violencia y abuso sin una red de apoyo que les permita contar una nueva oportunidad.


El Estado mexicano, el gobierno de la Ciudad, sabe que estas poblaciones existen. En muchas calles de nuestra ciudad hay grupos de infancias que piden dinero, limpian vidrios, venden dulces. Vemos a jovencitas cargando bebés y niños que apenas saben caminar y ya cruzan las calles con destreza. La realidad nos ve a los ojos todos los días y hemos logrado convivir con esta situación sin exigir una solución contundente.

“En muchas calles de nuestra ciudad hay grupos de infancias que piden dinero, limpian vidrios, venden dulces”…

Datos de la Escuela Nacional de Trabajo Social (ENTS) revelan que 4 de cada 10 niñas y niños que viven en situación de calle caen en las adicciones con diferentes estupefacientes y en manos de la delincuencia; además, informa que la esperanza de vida de estos niños se reduce a 22 o 25 años por daño físico a su salud.
Mientras las instituciones de gobierno no se tomen en serio la tarea de generar oportunidades para todos, y mientras en ese todos no quepan los más invisibles, estaremos viviendo en una Ciudad de por lo menos dos realidades diametralmente opuestas. Una en la que las y los niños pueden vivir conforme a su edad y otra en donde los obligamos a crecer a destiempo, sin derechos y en la vulnerabilidad.

*La esperanza de vida de los niños en situación de calle es de 22 a 25 años, debido a los daños físicos a su salud”…

Las poblaciones de personas que viven en situación de calle representan un reto enorme. Es una realidad que solo puede atenderse con la acción coordinada del Estado y las instituciones de gobierno. Difícilmente un privado, persona u organización podrá ofrecer los mecanismos para que estas personas puedan tener derechos básicos, empezando por el derecho a la identidad, con papeles en regla, y hasta el derecho a una vivienda adecuada, a vivir sin violencia, a la salud, al trabajo, etc.

A quienes nos importa esta realidad no tenemos alternativa. Tenemos que exigir que se les dé visibilidad y atención. Tenemos que exigir que se les trate con respeto y que se les ofrezcan alternativas que consideren su realidad y su voluntad. No podemos dejar que los gobiernos sigan trabajando solo para quienes tienen credencial de elector. Hay un mundo de dolor que debemos y podemos atender para romper con los ciclos que mantienen a las niñas, niños y adolescentes en la lista de pendientes de la autoridad. Nos toca participar en lo que nos corresponda, juntos, sabiendo que tenemos la obligación ética de hacerlo.

la necesidad de una acción coordinada del Estado y las instituciones de gobierno.

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