¿Cuántas veces hemos escuchado la frase: “La representación importa”? ¿Muchas, pocas? Pero, ¿qué significa realmente esto? Voy a usar una experiencia personal para explicar de qué hablaremos en esta columna.
Cuando tenía 9 años, durante un viaje familiar, mis papás me llevaron a una pista de hielo. ¿La razón? Porque yo sabía patinar sobre ruedas y para ellos, patinar en hielo era lo mismo (al día de hoy insisto que no es lo mismo). Sin embargo, ellos decidieron que era una gran idea. Y sí, a partir de ese momento sentí esa emoción que surge al conocer algo nuevo. Se convirtió en mi deporte favorito y tuve la fortuna de entrenar en México.
En esa época, el patinaje en hielo no era tan popular ni tan fácil de entrenar en nuestro país. Por ello, siempre tuve claro que no tenía oportunidad de ir a unos Juegos Olímpicos. No existían tantas pistas de hielo, era más caro que actualmente y no había personas que representaran a mi país en esos niveles; prácticamente era imposible. NUNCA iba a pasar, ni para qué me ilusionaba. Así crecí hasta que dejé atrás ese sueño.
Pasaron MUCHOS años y llegó el hoy famosísimo Donovan Carrillo, un patinador joven, mexicano, que iba a competencias en otros países y cuya carrera fue en ascenso. El día que Donovan compitió en los Juegos Olímpicos de Invierno de Beijing 2022, lloré viéndolo. NUNCA HABÍA PRESENCIADO LA HISTORIA: era un mexicano que patinaba de manera excepcional en unos Juegos Olímpicos. No sabía que sí podíamos soñar con eso. Cuando yo entrenaba, ese sueño era solo eso, un sueño imposible desde cualquier perspectiva; ni siquiera existía una Federación de mi deporte en nuestro país.
Donovan Carrillo durante su participación en los Juegos Olímpicos
Lo mismo ocurre en la arena política. Hoy, que soy una mujer, de 34 años, diversa y que ocupa un cargo de elección popular, seguramente represento a alguien, tanto a nivel ciudadanía como dentro de mi partido. Esto sucede en todos los partidos, en todos los territorios y en todos los cargos.
Yo creí que nunca iba a ver una mujer presidenta. No sabía que en un país con tantas desigualdades y tantos problemas de violencia, una mujer podía llegar a ese cargo. Habíamos visto mujeres intentar llegar mientras recibían burlas, risas, descalificaciones, violencias y acciones que las limitaban o frenaban en su camino dentro de la política para alcanzar ese cargo (y muchos otros).
Hoy, que soy una mujer, de 34 años, diversa y que ocupa un cargo de elección popular…
Claro, llegar no garantiza que todo va a mejorar o empeorar, pero nos da una luz en el camino: existe alguien como yo, como tú, o como muchas personas, ocupando espacios donde se puede incidir tanto dentro como fuera de los partidos políticos y en la agenda pública. La diversidad de perfiles nos beneficia a todas y todos. Ver otras caras, escuchar otras historias, observar otras edades accediendo a los cargos, y conocer otras causas es fundamental. Por más sencillo que parezca, pasar de un perfil distante de la ciudadanía a perfiles cercanos, a mujeres, jóvenes, personas de la diversidad, personas afromexicanas, personas indígenas y muchos otros perfiles que nos hacen decir: “Me representa”.
Recuerdo cuando Kamala Harris asistió a un evento en tenis y me sentí identificada. Yo uso mucho tenis porque es mucho más cómodo para recorrer el territorio que usar tacones, y aun así, nos juzgan por decidir cuál usar.
Kamala Harris usando tenis en un evento público
Representar a alguien significa el compromiso de no fallar, o por lo menos así lo veo yo: tener personas a quienes voltear a ver y seguir en lo público.