Gracias a la actualización tecnológica, la productividad, capacitación y expansión de la oferta en México y en el mundo, la industria del calzado ha consolidado su recuperación y posicionamiento en nuestro país. Ya que, con una producción nacional de más de 224 millones de pares anuales, un total de 8,996 fábricas, 170 mil empleados y mas de 36 millones de pares que se exportan con un precio de 27 dólares promedio por par, lo que se traduce en 972 millones de dólares, convierten a este sector (a pesar de la pandemia) en uno de los más sólidos a nivel global. (fuente: CICEG y Canaical, 2022).
De los 224 millones de pares de zapatos producidos en 2022, el 72 por ciento se fabrica en el estado de Guanajuato, que, a raíz de la promulgación de la Ley de las Cámaras de Comercio y de las Industrias en el año 1942, es el estado líder en producción de calzado en nuestro país y que gracias a ese impulso que le dieron sus 80 socios fundadores a través de la Cámara Regional del Calzado de León; han tenido logros significativos gracias a la unidad y el trabajo en equipo, como lo es el 0% de arancel de importación a 44 países, la alta especialización en diversos sistemas de manufactura y la exportación de más de 100 marcas a más de 60 países del mundo.
En los últimos años, con la creciente demanda de la moda a través de las redes sociales y sitios electrónicos, la fabricación de todo tipo de calzado ha sido un reto, ya que para la creación tanto del zapato, el botín o la bota vaquera, se tiene que tomar en cuenta la idea y creación del diseño, adecuándose a las tendencias de moda del momento, pasando por una exigente selección de materiales tanto externos como internos, ésta a su vez tiene que pasar por una selección adecuada de suelas, y no menos importante son los acabados y tonos del calzado, todo este conjunto de factores pueden lograr en la mayoría de las ocasiones que el reto se cumpla aceptación, aunque alguna vez, un sabio del calzado me dijo: “hay calzado que tiene Angel”, haciendo referencia a que en muchas ocasiones y por diversas circunstancias como por ejemplo el presupuesto para comprar buenos materiales o la falta de maquinaria en los talleres y fábricas, se confecciona un calzado con los recursos e insumos que se cuenta en el momento, y aún y con todo eso, se puede maquilar un calzado que tenga éxito entre sus compradores.
Tengo la fortuna de pertenecer a la tercera generación de comerciantes en la industria del calzado, agradezco y reconozco hasta el cielo a mi abuelo Juan Barrera por darle vida a Botas Barrera, que desde 1938 está cumpliendo la nada despreciable cantidad de 85 años como una empresa/comercio del zapato y Bota Vaquera, a mi padre (Homero Barrera) por su dedicación perseverancia y pasión por lo que hace, valoro las interminables platicas donde aparte de enseñarme y contarme anécdotas de todo el camino recorrido, refuerza en mí, el gusto y el compromiso por esta tradición familiar, donde por cierto dejare pendiente platicarles en una próxima columna, sobre las tendencias y el auge de la Bota Vaquera tanto en México como en el exterior.
En 1957, Don Juan Barrera (izquierda) fundador de Botas Barrera.
En 2021, Homero Barrera y Homero Barrera II, en Botas Barrera.
Cómo ya lo comenté anteriormente, la industria del calzado en México es sinónimo de crecimiento económico, tradición, pasión y oportunidades para un sector que es el ejemplo de lo que buscamos para las demás industrias en nuestro país.