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Innovar para el futuro

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En los últimos años escucho una preocupación de manera recurrente. La escucho entre madres y padres de familia, y con las y los maestros de niñas, niños y adolescentes: ¿cómo despertar su interés más allá de las pantallas?

Pareciera que la proliferación de herramientas digitales ha vuelto el mundo “aburrido” para las nuevas generaciones. Para quienes crecimos todavía cerca de los parques, las calles, los libros y los juegos de mesa, no existía un momento de aburrimiento. Y es cierto, pareciera que hoy es más difícil volver otras actividades interesantes, cuando existen otros instrumentos adictivos, incluso para los adultos.

He pensado mucho en esto y he llegado a la conclusión de que la pregunta no debe ser cómo despertamos el interés en niñas, niños y adolescentes, sino cómo lo mantenemos. Nunca he visto a un bebé desinteresado. Nunca he visto a un niño o niña chiquita que no se asombre con el mundo, que no quiera resolver un problema desde la creatividad o la imaginación. Para mí la pregunta relevante es, entonces, ¿qué estamos haciendo para asfixiar esa creatividad? y, hasta qué punto, esa curiosidad puede convivir con herramientas digitales para ver el mundo desde la innovación.

De hecho, con las enormes oportunidades de innovación que ofrecen las nuevas tecnologías, lo ideal, tanto para mantener a nuestros niños creativos, como para ofrecer al mundo nuevas soluciones en el mediano y largo plazo, sería que las tecnologías sirvieran para detonar, ampliar y encauzar esa creatividad.

Afortunadamente, hay esfuerzos institucionales para trabajar en ese sentido. La UNESCO, por ejemplo, promueve la inclusión digital centrada en los grupos más marginados, fundamentalmente las mujeres, los grupos de ingresos bajos, las personas con discapacidades y las comunidades lingüísticas y culturales minoritarias. Además, orienta los esfuerzos a escala internacional para ayudar a los países a comprender el papel que desempeña la tecnología con miras a acelerar el progreso hacia la meta de la educación.

Como país tenemos una enorme oportunidad de hacer un esfuerzo nacional para aprovechar estos procesos que son complementarios. Según Alejandra Cervantes Bazán, profesora de la Facultad de Psicología de la UNAM, el 59.7 % de los niños de 6 a 11 años son usuarios frecuentes de internet, mientras que entre los 6 y los 12 años se usan las tecnologías digitales con fines de entretenimiento. Es decir, la mayor parte de nuestras niñas y niños son usuarios de internet, pero no hemos logrado que sea una oportunidad de aprendizaje para detonar talentos que amplíen su imaginación.

¿Qué pasaría si como país tomáramos la decisión de pensar en el internet como un amplificador de capacidades y no sólo de información? ¿Qué pasaría si la educación se pensara en términos de diversión y no como su antagonista? Yo creo que encontrar respuestas a estar preguntas nos beneficia a todos. Exijamos a las autoridades que piensen con nosotros. Le conviene a nuestros hijos, a nuestra sociedad y a nuestro futuro.

 

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