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De la incongruencia a la violencia

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En días pasados, un conocido periodista presentó una investigación que pone en el ojo público la ahora muy famosa “casa gris”. Un golpe no sólo al discurso del presidente sobre la austeridad republicana y la “justa medianía”, sino un escándalo que ha significado una de las crisis más importantes a las que el mandatario se enfrenta en su sexenio.

Si bien hay una investigación en curso que hay que considerar, la “casa gris” es ahora una nueva perspectiva desde donde ver a un personaje que no entiende el poder confiado por el pueblo como una responsabilidad; sobre todo, que es usado como una fuerza intimidatoria por encima de la legalidad.

Casa donde estuvo viviendo Andrés Manuel López Beltrán en Houston.

El presidente Andrés Manuel López Obrador usa mal el poder público. Si la respuesta es intimidar a un periodista en un país como el nuestro, un país en donde hay periodistas asesinados todas las semanas; pero sobre todo, miente cuando dice de manera autoritaria que como ciudadano desconoce si puede o no puede exhibir información personal de cualquier ciudadano. Él sabe perfectamente cuál es la responsabilidad del INAI y de otras instituciones, y no, el primer mandatario no es un ciudadano común…

Pecaríamos de inocencia si accedemos a creer que ni los asesores ni el presidente conocen la ley; porque además, en México desconocer la ley no te exime de cumplirla.

Ni él ni sus asesores parecieran entender que en México la violencia hacia el gremio de los periodistas es un fenómeno característico y muy grave, en donde los funcionarios tienen la obligación de garantizar y exigir su seguridad.

El presidente López Obrador y su equipo deben entender que todos los trabajadores del Estado y cualquier servidor público son objeto de escrutinio. Basta recordar el caso de Vicente Fox, su esposa y sus hijos; así como el de Enrique Peña Nieto y la “casa blanca” de su esposa.

“La casa blanca”, lugar donde habitó Angélica Rivera y que desató diversos cuestionamientos acerca de su legalidad.

El periodismo en las democracias se hace desde la crítica; de lo contrario, no es periodismo. Pensar de otra manera equivale a considerar que la actividad de un periodista equivale a un activismo social o a relaciones públicas; eso no en periodismo. Defender la libertad de opinión y la función informativa de los periodistas es defender la democracia en sí misma, la pluralidad de voces y de pensamiento. Por ello, el derecho de los ciudadanos a la información, el deber de rendimiento de cuentas de los servidores públicos a la sociedad y la necesidad de auscultar las actividades de sus funcionarios son factores indispensables de la transparencia de la que tanto ha hablado el presidente.

El presidente de los Estados Unidos Mexicanos no tiene el poder de usar el altavoz presidencial para violar, no sólo la Constitución, sino diversos artículos de ella; por ejemplo, “El código fiscal” y “La ley de protección de datos personales”, entre otros.

Necesitamos entender que ningún ciudadano puede brincarse la ley y el presidente no puede amedrentar por ninguna vía a ningún ciudadano que lo cuestione.

Ése ha parecido ser el discurso desde el inicio de este gobierno: el debate y la crítica son “pagados”, “armados”; y parte de una “conspiración”; del neoliberalismo y de la “mafia del poder”. Para el gobierno en curso, disentir de las políticas gubernamentales equivale a una traición, en vez de abrir el entorno político a la democracia y la transparencia.

“La mañanera”, espacio público mediante el cual el presidente AMLO ha exhibido y vulnerado los derechos de periodistas.

Y con este discurso violento y dictatorial es que el máximo funcionario de México pretende brincarse instituciones, leyes y cualquier voz que lo confronte; un país que además tiene niveles de corrupción altísimos que lo han dañado profundamente y que el presidente se comprometió a transparentar.

México es un país con periodismo de primera línea. Lleno de profesionales críticos, cuya labor no sólo enriquece a nuestra sociedad, sino que supone una labor fundamental como registro histórico, como expresión de la sociedad y desarrollo del conocimiento; además, fundamenta la libertad de las personas, de la sociedad en su conjunto, y vincula a nuestro Estado y a sus trabajadores.

El periodismo libre, las leyes y la democracia son responsabilidad de todas y todos los mexicanos, y debemos protegerlos.

¡Viva la libertad de expresión y la vida democrática!

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