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Cuidar, ser cuidado y autocuidarse

El cuidado es un derecho humano: debe ser reconocido, compartido y apoyado por el Estado, empresas y sociedad entera.

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En Como agua para chocolate, el destino de Tita estaba trazado: debía cuidar a su madre hasta su muerte, y de paso, cocinar para todos en la casa. En la época de la Revolución, cuando se sitúa esta novela, el cuidado se veía como el destino inevitable para las mujeres. 115 años después, pareciera que ese sigue siendo el destino de las mujeres. Sin embargo, para romper con este statu quo, es esencial transformar las estructuras sociales que lo perpetúan.

El pasado 7 de agosto de 2025, la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) emitió su Opinión Consultiva 31/2025, declarando por primera vez que el cuidado es un derecho humano autónomo. Esto implica que todas las personas tenemos derecho a cuidar, a ser cuidadas y al autocuidado en condiciones dignas. La Corte, además, enfatizó que este derecho se interrelaciona con otros, como la salud, la igualdad de género y el trabajo digno, y obliga a los Estados a diseñar políticas públicas que lo garanticen, reconociendo su impacto desproporcionado en las mujeres debido a roles de género tradicionales.

Sin embargo, los problemas estructurales persisten y limitan nuestra capacidad para ejercer estos derechos. Cuidar a personas en los extremos de la vida – infancias y personas adultas mayores – es una labor extenuante, de tiempo completo, que rara vez se compatibiliza con un empleo remunerado. En México, el 75% de las personas que brindan cuidados son mujeres, lo que refleja una desigualdad profunda. Esto lleva a que muchas mujeres abandonen sus trabajos para dedicarse al cuidado. Y esto no es producto de ninguna “energía femenina” ni “instinto maternal”, sino que responde a roles de género impuestos. Además, este trabajo suele carecer de apoyo económico o familiar: los hermanos varones a menudo se ausentan en el cuidado de adultos mayores, las parejas no siempre comparten la carga, y las madres autónomas enfrentan jornadas triples sin red de soporte. En México, cerca de 20 millones de mujeres están excluidas del mercado laboral por responsabilidades de cuidado, y su aporte no remunerado equivale a aproximadamente 86 mil pesos anuales por persona, según el INEGI.

En pleno 2025, uno esperaría que la corresponsabilidad fuera un concepto ampliamente conocido y practicado. Cuidar es tarea de todas las personas, y facilitar estas labores compete a todos los actores sociales. Las empresas pueden contribuir con jornadas laborales de 40 horas semanales, tiempos suficientes y espacios para lactancia, permisos parentales equitativos que permitan a los padres estar presentes en la crianza – no solo para conocer a la criatura recién nacida –, y medidas para evitar jornadas triples. Mantener con vida y comodidad a un menor o a un adulto mayor es una labor vital y compleja. El Estado, por su parte, debe retribuir este trabajo: contabilizar su valor económico, reconocerlo como empleo formal y no solo como “amor” no pagado.

Este lunes 11 de agosto de 2025, la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Clara Brugada, envió al Congreso local una iniciativa de ley para hacer realidad el Sistema Público de Cuidados. Esta iniciativa coincide con la reciente declaración de la CIDH y con la XVI Conferencia Regional sobre la Mujer, después de un fuerte cabildeo y litigio estratégico llevado a cabo por las especialistas Úrsula Amaranta Martínez y Silvana Carranza, debido a una omisión legislativa de ocho años por parte del Congreso local en otorgar un marco normativo al derecho al cuidado, ya reconocido en la Constitución de la CDMX desde 2017.

La propuesta de la Jefa de Gobierno incluye reformas a la Constitución local que buscan erradicar la división sexual del trabajo, redistribuir las tareas de cuidado y se destinará una partida presupuestal progresiva durante 30 años para lograrlo. Esto implica voluntad política, recursos y, sobre todo, el reconocimiento al esfuerzo silencioso que muchas mujeres han realizado durante generaciones.

Tener padres envejeciendo o hijas e hijos pequeños no debe ser una carga ni un martirio. Es crucial desfeminizar el cuidado, apoyarlo desde el Estado y las empresas, y fomentar una corresponsabilidad total entre sociedad civil, sector privado y gobierno. Porque cuidar es labor de todas las personas.

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