Hasta hace muy poco, no hablábamos de salud mental y, cuando lo hacíamos, muchas veces caíamos en la ignorancia, el estigma o los prejuicios. Afortunadamente, en años recientes esto ha empezado a cambiar. Cada vez se mencionan más estos temas, conocemos la necesidad del bienestar integral y entendemos que la salud mental tiene muchas dimensiones.
En el caso de los niños, cuidar la salud mental es fundamental. No solo en el ámbito privado, sino como un asunto de salud pública. Esto nos obliga a estar más pendientes de las señales, y a garantizar que las políticas públicas en la materia sean eficaces y accesibles.
La salud mental no es un problema individual, del mismo modo que la salud física no es solo una responsabilidad privada. Por eso tenemos que conocer la realidad, atender los datos, proponer legislación eficaz y actuar en los casos particulares. Este ciclo requiere del compromiso de todas las personas involucradas. O lo enfrentamos en equipo, o seguiremos viviendo las consecuencias sociales de nuestra omisión.
Las infancias de hoy crecen en un contexto muy distinto al que conocimos quienes hoy somos adultos. 📱 Redes sociales 🖥️ Sobreexposición a pantallas 💬 Un ambiente cargado de discursos polarizantes
Todo eso influye en su manera de ver el mundo y de entenderse a sí mismos. A esto se suman factores como la violencia, la desigualdad y la incertidumbre cotidiana. Este entorno es terreno fértil para la ansiedad, la depresión y otras problemáticas que, si no se detectan a tiempo, pueden marcar de por vida a la niñez.
Los datos son alarmantes. Según el Consejo de Evaluación de la Ciudad de México, durante la administración pasada: 📊 12.1% de las personas entre 10 y 19 años en México vivían con algún trastorno mental (más de 2.6 millones de menores) ❌ 80% no recibía atención adecuada 🏥 Menos del 2% de los hospitales públicos cuenta con servicios especializados en salud mental infantil
Y lo más preocupante: no ha habido ninguna iniciativa que dé esperanza para revertir estas cifras.
En el ámbito legislativo, hemos avanzado al reconocer el derecho a la salud mental en la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, pero aún falta aterrizar este principio en políticas públicas efectivas:
✅ Programas de prevención en escuelas ✅ Capacitación a docentes y padres para detectar señales tempranas ✅ Red pública de profesionales especializados que atienda la demanda creciente
La salud mental no se construye sola. Es una tarea colectiva que involucra a familias, escuelas, comunidades y gobiernos. Reconocer las señales de alerta y pedir ayuda profesional no es un fracaso: es un acto de amor y responsabilidad.
Tenemos que combatir la desinformación, la omisión y los estigmas. Garantizar la estabilidad emocional de nuestros niños es la base de una sociedad más resiliente y compasiva. Cuidar la mente es cuidar la vida. Hagámoslo juntos.