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Competitividad: fortalezas y debilidades en lo local

El Índice de Competitividad Estatal (ICE) muestra que la Ciudad de México lidera en competitividad, mientras estados como Oaxaca quedan rezagados. Las disparidades reflejan la necesidad urgente de políticas públicas más equitativas.

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La importancia de la competitividad gubernamental y la forma en que se desarrolla la gestión de recursos es la base para analizar no solo los desafíos sino el globo de las políticas públicas y cómo están funcionando en lo local. A algunos meses de su publicación y con los retos venideros en los cambios de gobierno, hay algunas puntualizaciones.

Competitividad Gubernamental

El Índice de Competitividad Estatal (ICE), publicado por el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), pone en la lupa la evaluación de 50 indicadores en 6 subíndices, con los que se clasifica a los estados del país. Este año 14 entidades mejoran, 10 retroceden y 8 se mantienen igual.

Los seis subíndices para evaluar fueron innovación y economía, infraestructura, mercado de trabajo, sociedad y medio ambiente, derecho y sistema político y gobierno. La Ciudad de México se ubica en primer lugar, mientras que Oaxaca se encuentra en el último lugar.

CDMX

Oaxaca

La Ciudad de México se posicionó como la entidad más competitiva y mejor evaluada en variables como sociedad y medio ambiente, disponibilidad de infraestructura, ocupando el primer lugar en el uso de la banca móvil, carga aérea y captación de ahorro.

Además, en temas económicos y de innovación logró el primer lugar en el nivel PIB per cápita que excluye al sector minero y diversificación económica. En materia laboral, registra los indicadores más altos en porcentaje de mujeres económicamente activas (44%), la menor brecha de ingresos por género (6.2%) y el mayor grado de escolaridad (11.6 años en promedio de la población mayor de 25 años o más). Esto no es casualidad ya que es la entidad con mayor cobertura educativa, infraestructura hospitalaria y la mayor tasa de acceso a personal médico y enfermería, aunque sigue siendo una de las tres entidades con mayor mortalidad infantil, además de tener un alto desempeño en el mercado laboral.

Y aunque tiene grandes evaluaciones, los retos persisten considerando que la percepción de corrupción estatal (88% de la población mayor de 18 años considera que estas prácticas son frecuentes o muy frecuentes), el alto índice de agresiones a periodistas y el caudal tratado de aguas residuales que está en 0.3 litros por segundo por cada mil habitantes.

Si consideramos las grandes evaluaciones de la Ciudad de México y el comparativo con estados como Guerrero, Chiapas o Oaxaca, valdría la pena entender que la mirada focalizada en el centro tendría que empezar a ver otros horizontes que pudieran equilibrar el nivel de marginalidad en el acceso a servicios en estados donde sigue aún visible la recuperación de fenómenos naturales e incluso el impacto a largo plazo de la pandemia.

Acceso a servicios básicos

Entre los desafíos se encuentran varios principios de política pública que el IMCO propone, como el diseño de estrategias locales de inversión enfocadas al nearshoring, estrategias focalizadas en la digitalización, vinculación de industrias e instituciones de educación media superior y superior, el uso de medios digitales para presentar y dar seguimiento a denuncias y el manejo de la deuda y aquí si bien es cierto que a nivel gubernamental es necesario, valdría la pena entonces empezar a focalizar el esfuerzo en los deciles básicos que miden la pobreza y el ciclo básico de acceso a servicios como lo son la educación, salud y vivienda. Pero entonces, si el bajo desempeño en competitividad es sistémico, estructural y multidimensional y tenemos una “receta”, ¿qué no está funcionando en la ecuación para emparejar el piso?

 

 

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