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Carlos Enrique Taboada y Juan López Moctezuma, maestros del horror mexicano

Estos dos directores le dieron una nueva vida al horror mexicano en el cine y hasta lograron consagrarlo ¿ya los conocías?

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Cuidad de México | 18 de octubre de 2022. | Redacción.-

Cuando se habla de horror mexicano existen pocas opciones, incluso la gente piensa en películas como Vacaciones de terror, las pelis de El Santo enfrentando a vampiros, momias, lobos y mujeres vampiro, o más recientemente, en la obra de Guillermo del Toro.

Sin embargo, hay otros directores que a menudo son ignorados u olvidados, pero que dejaron un terrorífico legado como lo fueron Carlos Enrique Taboada y Juan López Moctezuma. Su camino no fue fácil, pues tuvieron que abrirse paso entre el cine de ficheras, la crítica y hasta el susto de la sociedad mexicana.

Maestros del horror mexicano

Taboada y su relación complicada con el cine

Carlos Enrique Taboada Walker inició su carrera como guionista y también fue director de programas de la entonces novedosa televisión mexicana, pero siempre mostró su interés por el terror y las dotes que tenía para crearlo y dirigirlo.

La maldición de Nostradamus, Nostradamus y el destructor de monstruos, Nostradamus, el genio de las tinieblas, La sangre de Nostradamus, y El testamento del vampiro, todas de 1959 son muestra de ello.

Su relación con el cine fue complicada y se alejó de él más de una vez debido a la poca respuesta que tuvieron sus películas. Tras internarse en la comedia de humor negro con El malvado Carabel, escribió El espejo de la bruja, dirigida por Chano Urueta, la cual es considerada una de las cintas de terror mejor escritas del género.

La obra de Carlos Enrique Taboada aportó elementos novedosos al género. Sus protagonistas eran femeninas y también se enfocó en la perspectiva infantil.

Horror femenino y perturbador

Hasta el viento tiene miedo, de 1968 es una historia de venganza desde ultratumba. Se desarrolla en un internado para mujeres en donde se hace presente el fantasma de Andrea, quien se suicidó cinco años atrás debido a la estricta profesora Bernarda, con quien, a través de la posesión de una de las alumnas, ajustará cuentas.

Con un argumento sencillo, esta película fue muy innovadora para la época, pues además de mostrar un horror que no provenía de abuelas o brujas, sino dentro de una escuela y con protagonistas jóvenes, incluía un atrevido striptease de una joven y sensual Norma Lazareno.

Horror mexicano: Casas y niños terroríficos

En 1969 salió su siguiente obra, mucho más inquietante y perturbadora: El libro de piedra. En ella la pequeña Silvia crea un fuerte vínculo con la estatua de un niño con un libro entre las manos, la cual habita en el jardín de la enorme casa. Lo que al principio parece algo infantil e inocente, escala rápidamente, la muerte y el terror se instalan en la casa.

A 54 años de su realización el final sigue impactando, su estilo quedó definido a partir de entonces: terror gótico, en escenarios cotidianos y con protagonistas femeninas.

Fue hasta 1975 cuando regresó al género con Más negro que la noche, que mezcla los elementos favoritos del director: una casona antigua, una vieja y tenebrosa tía, un gato negro y cuatro mujeres. A pesar de varios elementos trillados, es muy interesante que las protagonistas mueren debido a la venganza y el miedo al igual que en el horror japonés, tailandés y coreano.

Después de alejarse del cine, regresa en 1984 para consagrarse en el género de horror mexicano con Veneno para las hadas, obra con la que por fin fue reconocido por la crítica y la audiencia.

Verónica es una huérfana que afirma ser una poderosa bruja, con ello tortura a su amiga Flavia, quien incrédula al principio, poco a poco va generando terror y repulsión hacia Flavia. Esta dinámica pronto adquiere un matiz macabro, que pronto escalará hasta las últimas consecuencias.

El filme fue galardonado con cuatro premios Ariel, incluyendo los correspondientes a mejor película y mejor director. Esta fue su última película, pues pese al reconocimiento, dejó el cine para volver a la producción televisiva hasta su fallecimiento en 1997.

El maldito: Juan López Moctezuma

La vida de este director da para un película de terror, y es que si el camino de Taboada fue complicado, el de Juan López Moctezuma fue controvertido, tocado por el escándalo y la locura. Su vida ha sido consumida por su mito, no es fácil hallar información de él, tampoco fotos, pues se cree que no era muy afecto a ellas.

En 1978 llegó su obra definitiva, Alucarda, la hija de las tinieblas, la cual esta basada en la obra Carmilla de Sheridan Le Fanu, que narra una historia de vampirismo lésbico y posesión satánica en un convento católico, protagonizada por Tina Romero y Susana Kamini. Además de sus secuencias eróticas, tiene imágenes perturbadoras, como pocas veces se han visto en el cine mexicano.

La decadencia le llegó rápido, después de filmar algunas otras películas, calificadas de cuestionable calidad y olvidables, en 1994, creó  El alimento del miedo.

Este filme estuvo basado en el caso de María Trinidad Ramírez Poblano, bautizada en la nota roja como “La tamalera asesina”, mujer que harta del maltrato hacia ella y sus hijos asesinó a su marido y usó su carne para hacer tamales. La película nunca se editó y quedó enlatada mucho tiempo.

Un final de película

Finalmente, el filme se recuperó y llegó a proyectarse en La Cineteca Nacional, pero para entonces algo aún más extraño había pasado con el director. Había sido internado en un psiquiátrico, debido a que su despido de Televisa y su divorcio habían afectado su salud mental.

Aunque la información cambia según la fuente, también se ha dicho que padecía la enfermedad de Alzhéimer. A partir de aquí la situación se vuelve más rocambolesca, pues se dice que dos de sus fans fueron por él a la institución en la que estaba, otros más dicen que lo secuestraron y que mediante un acto de psicomagia, le mostraron sus películas para recordarle quién era, acto que, según la leyenda, funcionó.

Y entre que si sucedió o no, todo eso no impidió que muriera en el olvido y la pobreza, hecho que quedó inmortalizado en el filme Alucardos, retrato de un vampiro, un final que ni el mismo director hubiera imaginado.

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