Cuidad de México | 19 de noviembre de 2021. | Redacción.-
Antes de la de Frida Kahlo, la obra latinoamericana mejor valuada era una de su esposo, el muralista mexicano Diego Rivera.
“Diego y yo”, uno de los autorretratos de Frida Kahlo, fue subastado por la casa Sotheby’s, consiguiendo un precio de venta que rebasa cualquier cifra obtenida por cualquier artista en Latinoamérica.
El retrato de Frida Kahlo fue pintado en 1949 y se trata de una de las últimas obras de la artista mexicana. De acuerdo con El País, su precio de salida fue de 30 millones de dólares, pero llegó hasta los 34.9.
Con la cifra a la que llegó a venderse su autorretrato, Frida Kahlo desbancó del primer lugar como artista latinoamericana más cotizada nada menos que a su marido, Diego Rivera, cuya obra, “Los rivales”, había sido vendida en 2018 en 10 millones de dólares.
El cuadro de Kahlo fue subastado por la casa Sotheby’s de Nueva York, en un evento denominado “Evening Sale”.
Lo obtenido ayer, 16 de noviembre, es una muestra de cómo sí deja invertir en arte, ya que “Diego y yo” ya había sido subastada en 1990 por sólo 1.4 millones de dólares.
Según reporta El País, lo más que alguien se había aventado a pagar por una obra de Frida Kahlo eran 8 millones de los verdes. La obra en cuestión era “Dos desnudos en el bosque”, de 1939, vendida en 2016.
Aunque con la subasta de ayer la obra de Frida Kahlo rompió varios récords a nivel Latinoamérica (otro es el de la obra de una mujer mejor valuada), a nivel continental le faltó poquito para alcanzar los 44 millones que, en 2014, se pagaron por un cuadro de la norteamericana Georgia O’Keefe.
Luego de ver cuánto de dinero se ofreció por el autorretrato de la artista mexicana, la casa de subastas Sotheby’s no tuvo más que reconocer que la obra de Kahlo está siendo revalorada.
El precio obtenido “eclipsa el récord de una obra de arte latinoamericana, anteriormente en poder de su esposo Diego Rivera, y bate su propio récord más de cuatro veces”, comentó Sotheby’s.
Según los especialistas, “Diego y yo” es una representación de la relación entre Frida Kahlo y Diego Rivera. La inserción del muralista en la obra (con un tercer ojo) es la forma en la que Kahlo intentó simbolizar cómo éste fue una presencia en su vida y obra.