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Aúna México: de la lucha aislada a la fuerza colectiva

En un entorno donde las mujeres aún enfrentan barreras en la política, la plataforma Aúna México surge como un espacio seguro y de sororidad, impulsando su liderazgo sin importar partidos.

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Ser mujer en política ha sido, hasta hace muy poco, sinónimo de ser “la rara”, la que se atrevía a no conformarse, a salir, protestar y a indignarse. Era enfrentarse a un liderazgo dominado por machos alfa, donde la regla era competir entre nosotras por esos pequeños espacios que ellos nos “concedían” como un favor, disfrazado de meritocracia. Nos relegaban al activismo social porque la política tradicional era, para muchas, demasiado violenta, demasiado hostil. Hace apenas 70 años conquistamos el derecho al voto.

Hace cinco, conseguimos la ley de “Paridad en todo” para acceder a más candidaturas a cargos de elección popular. Y este año, por fin, elegimos a nuestra primera presidenta. Las que llegaron a los espacios de poder bien dicen que “llegamos todas”, porque solo sobre los hombros de gigantas, de mujeres que convirtieron esta lucha en una batalla eterna, estamos ocupando el lugar que nos corresponde.

Fotografía: Paulina Campos Hierro, Aúna

Llegamos juntas porque solo así avanzamos más. Nos reconocemos en nuestras causas comunes, y es en la diversidad donde encontramos nuestra manada. No estamos solas. En 2021, en medio de la pandemia, nació Aúna México, una plataforma para impulsar el liderazgo de mujeres en política, sin importar el partido o nivel de gobierno. Desde entonces, Aúna se ha convertido en ese espacio seguro donde nos encontramos, nos abrazamos y compartimos nuestras luchas, nuestras victorias y también nuestras derrotas. A principios de septiembre, celebramos nuestro encuentro Atria 2024.

Allí nos reunimos: el equipo, las integrantes, las candidatas del proceso electoral 2023-2024, el consejo asesor y nuestras aliadas. Mujeres poderosas que nos inspiran, que nos devuelven las ganas de luchar a pesar de haber sufrido violencias, pérdidas y la necesidad de reinventarnos una y otra vez. Vernos, reconocernos y abrazarnos siempre nos renueva. Bendita sororidad, que nos hace compañeras en la lucha.

No somos amigas incondicionales, porque también debemos rendir cuentas entre nosotras, pero sí somos aliadas incansables. Aún nos queda mucho por avanzar. No podemos permitir que se pierdan los derechos que tanto costó ganar: la agencia sobre nuestros cuerpos, la eliminación de las brechas y desigualdades sistémicas, y esos techos de cristal que aún resisten.

Pero también debemos repensar el papel de nuestros aliados. Según las encuestas, los hombres jóvenes se vuelven cada vez más conservadores, mientras que las mujeres avanzamos hacia posturas más liberales. ¿Cómo incluirlos y convertirlos en aliados? La lucha por la igualdad no puede hacerse con solo la mitad del mundo. Nos toca seguir empujando la piedra a la cima, día tras día, imaginando a Sísifa feliz.

Fotografía: Paulina Campos Hierro, Aúna

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